domingo, 31 de marzo de 2013

Manual del viajero. Maleta de viaje.




“Realmente una buenas maletas de viaje puede llegar a salvarte la vida”.



Durante los viajes donde las grandes travesías se realizaban de forma que el tiempo se media por semanas, en vez de por horas, la forma más habitual de poder llevar lo necesario para todo lo que pudiese cubrir desde una simple cena en el comedor del barco, hasta una recepción en la embajada del país de destino, era llevar maletas o baúles de viaje.



Estos baúles, casi de la altura de una persona, se podrían casi denominar como armarios portátiles, ya no por su tamaño, sino por la disposición del interior.



Estos baúles podíamos encontrarlos de diferentes tipos. Por un lado podemos encontrar los que se usaban para transportar únicamente trajes  masculinos, con sus correspondientes percheros en ambos lados.




O el más habitual de un lado con cajonera, para la ropa interior y complementos.
 




Con los que se podía abrir la parte superior, para facilitar el acceso a los trajes.



También los había sólo con cajoneras, bien para elementos íntimos, como para otros como joyas, documentos,…





Los más conocidos, por su bajo coste, son los baúles tipo arcón, totalemtnevacios de compartimentos, y de posición horizontal.




Los versátiles, con distribución neutra para múltiples utilidades.



Y por último las maletas hechas a medida, especialmente diseñada por el dueño, bien para el transporte de sus valiosos libros.
 



Bien con una mesita plegable para poder escribir durante los viajes.



Bien con una pequeña mesa para diferentes usos, como tabla de planchar.
 



Con todo ello podemos indicar que las maletas, esas desconocidas, pueden ser para casi cualquier utilidad y con la distribución que el propietario pudiese creer necesitar. Lo que está claro es que unas buenas maletas, en un momento determinando, pueden salvar a cualquier aventurero de las situaciones más comprometidas, como el baile en el palacio del embajador.



Saludos.

Burt Minorrot